EL
ENCUENTRO DE LOLA
Allí
estaba ella con su puesta imponente y majestuosa. Era alta y delgada y sus
aparatosas gafas no dejaban ver la hermosura de sus ojos marrones.
Su caminar era firme, rotundo, como
cada mañana, cuando algo llamó su atención.
Bajó su cuerpo y de una vez pudo coger con sus preciosas manos la medalla brillante
que le había distraído
de su objetivo.
Era de oro, bien amarillito, como el
de siempre. Estaba fría y se dispuso a leer lo que
ponía en el reverso: “L. E.”
y una fecha “ 3-4-1967”.
A ”L” la empezó a llamar Lola, se imaginó que tendría entonces unos 43 años,
su espalda dorada por el sol dejaba entrever una espléndida
figura. En el áspero y sucio suelo de
aquella espantosa y ruidosa ciudad, perdería
la pertenencia. Trabajaría en el IES MARTíNEZ
URIBARRI.
Tal vez en una jornada de campo,
realizando lo que más le gustaba, su pasión por los caballos y toros, rozara la medalla con
las crines de su yegua LUNA ESTRELLA y quedara un poco suelta. Solo en los sueños los caballos pueden volar.
Pseudónimo:
TORITO
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